viernes, 4 de septiembre de 2015

La nueva era

Hay temporadas en las que soy la peor hija, la peor hermana, la peor todo.
Entonces me ignoran.
Se junta toda mi familia un domingo y a mi no me invitan.
Mamá le prepara vianda a mi hermana para llevarse al trabajo y a mi no.
Organizan salidas y yo nunca me entero.
Pido que me busquen en la parada del colectivo un día que vuelvo tarde de la facultad porque me siento mal y hace frío, pero nadie viene.
Llego de la facultad a las diez y media de la noche, claro que ya comieron todos y obvio no me dejaron comida.
Ya me quejé, ya lloré, ya me hice la que no me importa, ya pregunté por qué lo hacen.
Todas sus conclusiones terminan siempre en lo mismo.
Yo soy la loca.
Soy la que siempre se está quejando, la que nunca está conforme.
Soy la que siempre está llorando porque todo le afecta.
-No seas exagerada, no es para tanto.
-No me di cuenta.
-No sabía que te importaba tanto.
Cómo pueden no darse cuenta que me hace mal que me traten así?
Cómo pueden hacerse los que no se dieron cuenta si pido a gritos que no me hagan esto.
Quizás si es una pavada lo que hacen, no lo hacen a propósito. Ojalá que no.
Pero me duele, me hacen sentir la menos del mundo. La que a nadie le importa.
A veces siento que si no estoy nunca más ni siquiera les va a importar.
No son mi familia acaso? No se supone que son los que se preocupan por mi?

Hoy llegué de la facultad, me dejaron comiendo sola y me puse a llorar.
Estaba sola. Me sentía sola. Los necesito y no se dan cuenta.
Lloraba y comía.
Intentaba calmarme pero no podía. No pude.
Y lloraba.
Me vieron.
Me empezaron a decir que era una exagerada, una dramática.
Me hacían burla por estar llorando.
Se enojaron.

No puedo dejar de llorar.
Acá estoy, sola.
Y los necesito.

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