martes, 2 de junio de 2015

Vaso medio lleno

Todos caemos en esa de hacer un balance. A mitad de año, al final, para nuestro cumpleaños.
Ya sea que lo hagamos en voz alta, en un cuaderno, un blog, o para nosotros mismos. Siempre lo hacemos.
Hoy lo hago yo. Principalmente porque suelo hacer refresh cada tanto y miro lo que hice y lo que quiero hacer.
Indefectiblemente la mitad del año me provoca eso.
Mirar para atrás, fijarme donde estoy parada y planeo como seguir.
En seis meses pasaron muchas cosas lindas, muchas. Vacaciones increíbles, recitales, lindos ratos con gente que quiero, afianzar ciertos vínculos, montones de cosas que para mi fueron lindas.
Hay gente que estaba cuando empezó el año y ahora ni siquiera existe en mi vida. Eso me hace pensar que maduré un poquito. Por algo no están más, por algo ya no me afecta que así sea. Es un poco superar ciertas cosas.
Quiero pensar en algo que me haya pasado y que lo haya sufrido. Así rápido no se me ocurre nada. Cambiaría miles de cosas de mi vida, de mi entorno, de mi contexto. Pero no solo depende de mi. No me quedo en eso. Porque por ahora tiene que ser así. Quizás en algún momento esas cosas cambien y pueda disfrutar eso.
Creo que fue una primer mitad buena.
La que era cuando empezó el año ni siquiera se imaginó estar donde estoy ahora y cómo estoy. Es crecer quizás. Siento que evolucioné. Un poquito. Me siento mejor yo.
Eso es producto de propias  decisiones, de cómo influyen en mi los que me rodean.
Sin los que están conmigo no podría. No sería lo que soy.
Estoy absolutamente consciente de eso.
No sé si es bueno o no.
Es.
Entonces acá estoy, con la mitad del año recorrida.
Estoy acá, distinta, mejor, yo.


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