sábado, 19 de octubre de 2013

Ella

Todos estamos completamente seguros que nuestra mamá es la mejor del mundo.
Todos tenemos razón.
Yo creo que la mía es la mejor.
Siempre digo que cuando sea mamá quiero ser la mitad de lo buena que es ella como madre.
Ella pasó por cosas que son una cagada, sin embargo nunca la vi mal, seguramente lo estuvo. Ahora que sé discernir un poco sé que la pasó muy mal  y no entiendo cómo hizo/hace para seguir adelante. Siempre. Nunca parar. Nunca dejarse ganar por lo que le pasa.
Tomó muchas decisiones que, a mi parecer, están erradas. Pero quién está exento de eso?
Con esto de no estar nunca en casa la veo poco. A veces pienso en todos los ratos que me pierdo con ella por no querer estar si quiera cerca de mi viejo y me da bronca.
En este momento mi malestar con él es más grande y eso pesa.
Pero también sé que por lo único que aguanto y no mando a la mierda todo es por ella. Solo por ella.
Los que tienen la fortuna de conocerla saben que no exagero. Saben que ella vale mucho. No sé si lo sabe. Seguramente no.
Lo único sano de esta familia es ella. Ella y el vinculo que tenemos cada uno de nosotros con ella.
Mamá es nuestro sostén. Sin dudas.
No estar nunca en casa provoca que la vea poco. Casi nada. Entonces una o dos veces al mes nos inventamos salidas las dos solas y nos ponemos al día con todo. Ella con mis cosas, yo con las de ella. Vivimos en la misma casa pero necesitamos corrernos un poco de todo el quilombo que hay para poder conectarnos como madre e hija.
Es lo que más disfruto de mi mamá.
Ayer fue un momento de esos. Comimos solas y charlamos mucho.
Hoy a la mañana me desperté pensando en eso. Tenerla conmigo es todo.
Me pongo a pensar en cómo terminé el viernes pasado y como terminé ayer.
Son las dos caras de mi vida en esta casa. Son el infierno que paso cada vez que interactuo con mi viejo y la paz que me genera mamá.
Ahí fue cuando me di cuenta por qué soporto ese infierno. Por ella.

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